sábado, 29 de noviembre de 2014

EL DUENDE


Ciertas tradiciones que se conservaron plenamente válidas hasta hace unos cuantos años, en la actualidad parecen no tener cabida. Es notable el mal sabor de boca que nos deja particularmente la progresiva desaparición de la transmisión oral. Una escena en la que lo importante es el instante compartido, la presencia del otro que desgrana historias, el dar y el recibir, la reactualización de un cierto ritual encadenado innumerables veces a la vida del hombre. Entre tanto avance y tecnificación, una parte de nuestra identidad agoniza, pero se resiste a desaparecer.
Inevitablemente algo queda. Porque el miedo y la reverencia, lo incomprensible y lo inabarcable son eternos. Y hay un resto que está encarnado tan profundamente en cada uno de nosotros, que de nada sirve argumentar lo que no sabemos; no tenemos más opción que sentirlo justamente allí donde jamás se lo vio y donde, hoy en día, ya no lo escuchamos.


Un sobreviviente en estos tiempos modernos es el duende. Este personaje reúne en si una parte de la tradición mística heredada de los pueblos originarios de nuestra región, con una función práctica específica para la zona: lograr que los niños no anden solos después del mediodía (cuando el sol está más fuerte) y que duerman la siesta.


Se dice que los duendes son muchos. Espíritus de la naturaleza que vagan en todas las soledades campesinas del mundo y que probablemente tenga su origen con la llegada del español. Son los quiméricos seres nacidos en las fantasías populares de todos los países, que tienen de común entre sí su tamaño liliputiense, su genio travieso, inquieto y juguetón y su constante afición por torturar a los hombres, niños y doncellas, de mil maneras distintas. En la puna se lo identifica desnudo y de no más de 50 centímetros de altura; tiene una mano de hierro y otra de lana y un enorme sobrero de ala ancha, que le cubre por entero desde arriba su pequeño cuerpecito. Duendes buenos, duendes malos. Ni muy buenos ni muy malos. Siempre traviesos. En Jujuy se esconde tras la roca solitaria de la Puna y en las profundidades del manantial. En las selva se los conoce muy poco y en los llanos se los ignora. Dice la tradición, que siempre es bueno llevar un rosario o un lazo. Sirven para alejarlos. A gente de estas armas llevar, no se atreve el duende sombrerudo. Cuentan algunos paisanos, que, en ciertas ocasiones le han oído tocar la guitarra en los cerros, de una manera triste, y cantar como lagrimeando.

Casi siempre se le aparece a los niños que juegan solitarios o que extienden sus juegos hasta muy tarde. Se hace compañero de juegos del niño en cuestión y de vez en cuando intenta alejarlo de su hogar, llevándoselo mediante promesa de juguetes o juegos maravillosos hacia el interior del monte, que es su hogar. Hay consenso en cuanto a su apariencia: es de baja estatura, tiene un gran sombrero puntiagudo que impide que se vea su cara. Vive cerca de los cementerios en los pueblos o bien merodea por las cercanías de los ranchos de la gente que vive en el campo.
No le caen bien los adultos, por eso es que cuando se les aparece lo hace únicamente con el fin de atacar o simplemente asustarlos. El duende también es muy enamoradizo. Si ve alguna nena linda, la frecuenta, le regala flores, le lleva miel, la acaricia con su mano de lana, en la siesta juega con su cabello mientras ella duerme y hace todas esas cosas que hace todo duende decente y de buena familia cuando se enamora.
El problema es que también es muy celoso. Si la nena juega o charla con un varoncito, se aleja enojado maldiciendo, enfurecido por tal traición.
El duende también es muy pulcro, si encuentra a su amada sucia, desarreglada o en situaciones en las cuales es incomodo encontrar a una dama (si, las escatológicas), se marcha asqueado y desilusionado.

Por otro lado, se dice también que el duende es un niño que murió sin ser bautizado, o un niño malo que golpeó a su madre. Es muy pequeño, lleva un sombrero grande y llora como una criatura. Tiene una mano de hierro y otra de lana, cuando se acerca a alguien le pregunta con cuál mano desea ser golpeado. Algunos dicen que, sin importar la elección, el duende golpeará siempre con la de hierro. Otros, en cambio, aseguran que los desprevenidos eligen la de lana y que es ésta la que en realidad más duele.

Posee unos ojos malignos y dientes muy agudos. Suele aparecer a la hora de la siesta o en la noche en los cañadones o quebradas. Tiene predilección para con los niños de corta edad, aunque también golpea sin piedad a los mayores.

En la zona de los Valles Calchaquíes existen dos historias muy curiosas con respecto al duende: Una cuenta que un arqueólogo, internándose en el cerro a horas de la siesta escuchó el llanto de un niño. Al acercarse vio un párvulo en cuclillas y con la cabeza gacha. Cuando le preguntó qué le sucedía, el niño alzó su maligno rostro y mostrando sus agudísimos dientes al tiempo que sonreía, le dijo:
- Tatita, mírame los dientes...
El "gringo" salió corriendo tan veloz como las piernas le daban y nunca regresó.

La otra historia, narrada por Lucindo Mamaní, de Tafí del Valle, cuenta que se vió al duende conversando en un zanjón con un niño que estaba a su cuidado (actualmente un prominente médico). Al acercarse don Lucindo, el duende -llamado "enano del zanjón" por los lugareños- salió huyendo.


Existe una gran variedad de historias referentes al duende. Algunas se oponen diametralmente, como las que lo consideran maligno y dañino con los niños, y las que lo describen como protector de los infantes y castigador de los ebrios. Los elementos en común suelen ser su pequeño tamaño, el sombrero alado que lo cubre y las manos (o guantes) de hierro y de lana. El mensaje en tono de advertencia o amenaza que se desprende del relato es siempre el mismo: no andar solo en el lugar equivocado, a hora indebida.


¿Se acuerdan de esto?






Leprechaun, película de principios de los 90 (con Jennifer Anniston)




Fuentes:
http://www.noroestevirtual.com.ar/tradiciones.htm
http://www.folkloredelnorte.com.ar/leyendas/duende.htm
http://www.taringa.net/posts/offtopic/6257900/Seres-mitologicos-del-Norte-Argentino-III.html

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